lunes, 17 de mayo de 2010

Cuestiones de escritura...

Amiga:
Sho se que soy muy mala en ortografía pero eso no significa que no sepa lo que cuesta andar poniendo los puntos en las ies.
Y no hablo de que "escribimos" ligero o sin poner atención, sino que hablo de ese momento en que nos detenemos a mirar lo que hay sobre el papel.
Hablo de ese instante en que decidimos corregir el borrador que venimos armando.
Hablo de las miles de veces que quisiéramos poner el corazón entre paréntesis o mejor entre corchetes para que esté a salvo y no se nos caiga del reglón de la vida.
Hablo de empezar, una vez por todas, a puntuar, aún sabiendo que preferimos mil veces los puntos suspensivos en pos de una esperanza, de una reflexión de la otra parte, de un clic en el alma que lee.
Hablo de cómo nos duelen las manos y la vida en los puntos finales, en la conclusión de párrafos tristes, sin rimas, sin sentido...
Somos así: diferentes y tan parecidas: Ambas necesitamos "volcar imperiosas" lo que nos quema por dentro, y somos tan idiotas que a veces, por no lastimar o pensar en el amor que tenemos por quien está del otro lado, no lo hacemos... o lo hacemos a media.
Y la idiotez radica en la crueldad de los textos que nos toca leer, de las veces que nos destrozaron manuscritos ajenos y a pesar de eso, nos pasamos noches enteras leyendo sin parar por más crueles que fueran las palabras.
Y me "enfurio" y te reto, como si sho diera cátedra del tema. Y te mando al rincón y te redoblo la tarea y te digo con voz firme que a veces me gustaría darte un par de "correctivos" gramaticales. Y la razón es simple... es que me veo reflejada en vos y eso duele porque se lo que se siente.
Si me pongo firme para retarte, debo hacerme firme para mí y para el mundo. Si el mundo me ve firme, no tengo que explicar lo que siento.
Predicar con el ejemplo le llaman.
Me dijiste que se pierde, que tenés miedo de tu letra... Amiga siempre se pierde, unos más otros menos... vos creerás perder el corazón, pero otros perderán tu sonrisa, tu alegría, el preocuparte diario por las cosas del otro, el estar ahí en todo momento, perderá lo que sos, lo que vales y aunque duela, si los otros no saben valorar eso, habrán perdido más y con el tiempo se darán cuenta.
Y se termina mayo... y hasta nos pusimos "fecha límite" para terminar de redactar.
Pensemos mejor que vienen otros meses... y pensemos que siempre tendremos historias nuevas por escribir, pensemos que si las lágrimas mojan nuestras hojas, vos me tendrás a mi para abrazarte y hacerte reír y sho te tendré a vos llegando con torta de chocolate para alegrar mi día.
Igual, nunca se sabe de las vueltas de la vida... los signos se cargan y descargan con diferentes valoraciones y sentidos.
Lo que si sabemos es que escribimos con el corazón y eso, amiga, es lo que nos hace diferentes del resto y tan parecidas al mismo tiempo.

martes, 11 de mayo de 2010

Besos y violines

Mi amiga Niebla hizo un post "nostalgiósico" y me hizo recordar cosas lindas que me pasaron como esta que voy a contarles:
El era morocho, con unos ojos oscuros como la noche, con una mirada que era capaz de hacer temblar o de crear mariposas estomacales de esas que duran horas...
Siempre pasaba por la otra cuadra de casa. Con sus lentes de sol, con su pelo impecable con su ropa de última moda y sus chicles de menta infaltable y con el estuche de su violín porque F era violinista...
F tenía por aquel entonces la edad de mi hermano mayor, digamos que unos muchos años más que sho, porque mi hermano me lleva 10.
Y sho, sho era una nena... va tenía 10 años menos que por aquel entonces me convertían en una criaturita de dios... pero F me quitaba el aliento.
Cuando el pasaba y me saludaba a mi se me caían las medías, me ponía roja, no me salían las palabras, me reía o me volvía loca.
Tanto que un día, una noche de navidad para ser exacta, en donde se cortaba la cuadra después de las 12 para que tooooodo el barrio saliera a bailar, le pedí a una amiga C, que le dijera que "me gustaba".
Y claro, las mariposas eran tantas que cuando la vi a C hablando con él, instintivamente me escapé. Si el iba para un lado, sho corría hacia el otro y así casi toda la noche hasta que nos encontramos frente a frente.
Recuerdan que les dije lo de las medias, que me ponía colorada, que me reía y no podía hablar???
Bueno, el me agarró de la mano y me dijo: "Tenemos que habla" y sho... sho me reí, me puse colorada y me escapé...
Por aquel entonces no había celular, ni msn, ni face ni nada, gracias que había teléfono!!!!
Y cada vez que nos encontrábamos o él me buscaba, sho huía... porque tenía miedo, porque una sola vez había besado a un chico (el chico era justamente su primo... pero ese es otro tema) o por vergüenza (porque cuando eramos chicas todavía se sabía lo que era tener verguenza cuando alguien nos gustaba!)
Pero un día junté fuerzas y esperé que pasara... busqué mi bicicleta y lo seguí... di una vuelta manzana para simular que venía de otro lado y me lo encontré...
Caminamos no se cuantas cuadras, muchas, montones, (para ese entonces el ya me había agarrado de la mano y para mí eso era todo un mundo!!!!)... hasta que llegamos a esa casa de parecita baja.
Nos sentamos y nos quedamos chalando...
Hasta que se paró delante mio y tomo mi cara con sus dos manos poniendo sus pulgares sobre mis mejillas y sus dedos en mi cuello... y me dijo: "Yo se que te llevo un montón de años, se que si tu hermano se entera me mata, pero también se que me muero de ganas de besarte..." y ahí nomas me besó...
Y me enseñó a besar a su manera con dulzura, con pasión, con simpleza y tanto me marcó que me hizo olvidar el primer beso que di en mi vida.
Tanto que es uno de los mejores recuerdos que me quedaron en la vida...
En la otras veces que nos encontramos el me hablaba de mis ojos de como se tornaban verdosos cuando me daba el sol, nos reíamos de todo, nos hacíamos chistes a cerca de la diferencia de edad o de lo que pasaría si mi hermano se enteraba y tocaba su violín para mi...
Con el tiempo el su mudó a Capital y no lo volví a ver nunca más...
Cada vez que escucho sonar violines me acuerdo de F con una ternura incomparable...
Tal vez sea por eso que me gusta tanto escuchar sonar esos instrumentos o tal vez sea que de vez en cuando es bueno volver a los momentos donde fuimos felices...

lunes, 3 de mayo de 2010

Esquirlas

La imagen era cruel y patética...
Ella lloraba desconsolada en la cama y los únicos ojos que la veían eran los de su perro, que se encargaba de lamerle las lágrimas como tratando de consolarla.
Las mujeres saben, no me pregunten porqué, pero saben...
Tienen esa capacidad para anticipar lo que viene...
Desde antes que pase ya sienten, ya ven, ya olfatea, ya pueden tocar.
Ella lo supo antes, el hecho de que él se lo confirmara fue algo así como el golpe de gracia.
En ese instante volvió a sentir que el corazón se le estallaba, como si fueran miles de esquirlas que violentamente se desparramaban por lugares cercanos y lejanos. (Cientos de ellas se diseminaron de tal forma que jamás podrá recuperarlas para reconstruir el corazón demasiado dañado y cansado.)
No solo le dolía el ahora, le dolía el ayer, pero mucho mucho más el mañana...
Lo dolía saber que ya no sería lo mismo,
que ya nunca más podría mirarlo firmemente a los ojo.
Que se perdería de los momentos pequeños y simples que la hacían sonreír cuando estaba triste.
Que ya no estaría para cuando el tuviera esa manera extraña de saberse feliz y contagiarla.
Le dolía que el intente incluirla, a pesar de todo, en su vida, con promesas tontas de que nada cambiaría.
Le dolía saberse sin abrazos, pensarse sin su risa o su refunfuñar ante una llamada, encontrarse sin esas canciones, sin guitarras lejanas e inventadas, sin sus escasas palabras.
Le dolía pensar que tal vez nunca vuelva a encontrar alguien que tenga ese brillo en la mirada.
Le dolía darse cuenta que lo quería mucho más de lo que imaginaba...
Y tanto le dolía que no podía respirar, sentía que dentro suyo cada órgano se solidarizaba con el corazón y no le respondían. Por más que llorara el dolor seguía y antes cada lágrima que se escapaba, se reprochaba a si misma por ser tan idiota y apretando los puños repetía en voz baja, bajísima... que ya no me duela, que ya no me duela...
Confió en el consejo de que nada mejor que salir de la casa cuando se está mal... y eso hizo: llamó a las hadas nocturnas para que no la abandonaran en esa noche de lamentos y las hadas acudieron, fieles, urgentes, silenciosas, sin hacer preguntas, como siempre, como toda la vida.
La vieron reír, la vieron tomar y bailar fingiendo que nada le dolía... la vigilaron y cada tanto cuando notaban que los ojos le brillaban, la abrazaban para que nadie la viera.
Cuando tuvo que regresar a la casa, no quiso hacerlo, por miedo a dormirse y soñarlo, por miedo a no dormirse y pensar...
Al final se durmió y se despertó llorando y cuando le preguntaron como estaba, sin levantar la vista, mintió y dijo: bien.
Y volvió a la cama para seguir llorando, para dormirse sin pensar, para planear de qué manera ocupar el tiempo, de que forma estar distraída...
Y en una bolsita azul, junto dos o tres esquirlas de corazón que encontró sobre la almohada y los guardo celosa, para que nadie más pueda tocarlo.